La buena movilidad: Las claves para moverse mejor al salir de vacaciones

La Fundación Corell invita a reflexionar: moverse no es solo viajar, sino también ejercer, si así se desea, la libertad individual de moverse “porque sí”, sin un propósito concreto ni exigiendo responsabilidades, pero siempre conscientes del impacto que ello genera en la sociedad y el entorno.

Con la llegada de la esperada operación salida del 1 de julio, millones de españoles se lanzan a la carretera en busca de descanso y desconexión. Sin embargo, más allá del simple hecho de viajar, la Fundación Corell formula una pregunta provocadora: ¿Sabemos realmente movernos bien o simplemente nos desplazamos sin cuestionarnos el impacto?

A partir de un artículo más amplio elaborado por José María Fortuny y Juan Miguel Sánchez, miembros del Think Tank de Movilidad de la Fundación Corell, se desgranan las claves de lo que significa realmente “buena movilidad” y por qué es urgente repensarla antes de arrancar el motor.

Más allá de los kilómetros: una cuestión de propósito

Cada año, durante la operación salida, las cifras de tráfico y desplazamientos ocupan portadas y titulares. Se habla de récords de coches en carretera, kilómetros de retenciones y millones de viajes previstos. Sin embargo, la Fundación Corell recuerda que moverse puede tener más de un fin.

«Movilidad no significa simplemente recorrer distancias; implica acceder a oportunidades, servicios y relaciones. Una movilidad que no tiene en cuenta para qué y cómo nos movemos deja de ser un derecho y se convierte en un problema colectivo», destacan Fortuny y Sánchez.

Reflexionar sobre el para qué nos movemos es clave: ¿es necesario hacer ese viaje? ¿Podría sustituirse por otro modo más eficiente o por una alternativa digital? Según los expertos, solo desde la claridad de propósito se puede hablar de verdadera buena movilidad.

Movilidad como derecho, pero también como deber

La movilidad se reconoce como un derecho esencial que permite el acceso al empleo, la educación, la sanidad o el ocio. Sin embargo, desde la Fundación Corell se recuerda que este derecho debe ir acompañado de una responsabilidad colectiva y personal.

«No hay buena movilidad si esta se produce de manera forzada por la precariedad, la falta de servicios o la mala planificación urbanística. Tampoco si contribuye a saturar infraestructuras o deteriorar el medio ambiente», subrayan los autores.

La intermodalidad aparece como una solución clave. Combinar distintos modos de transporte, priorizar los desplazamientos activos (a pie, en bici), apostar por el transporte público o compartir vehículo son estrategias que contribuyen a construir un sistema más equilibrado y eficiente.

La trampa de la velocidad y la cantidad

Durante años, el éxito de la movilidad se ha medido en términos de rapidez y volumen. Sin embargo, la Fundación Corell plantea que esta visión ha quedado obsoleta. Hoy se necesitan indicadores que midan el impacto social, económico y ambiental de cada desplazamiento.

«Más movilidad no es sinónimo de mejor calidad de vida. La buena movilidad es aquella que garantiza acceso con el menor impacto posible y que se adapta a las necesidades reales de las personas y los territorios», afirman Fortuny y Sánchez.

En este sentido, la reflexión sobre el papel del coche privado cobra especial importancia en fechas como la operación salida. Si bien es el modo elegido por la gran mayoría de viajeros, su uso masivo evidencia los límites del modelo actual y plantea la necesidad de diversificar y optimizar el sistema.

Reflexionar antes de arrancar

La Fundación Corell invita a todos los ciudadanos a detenerse un momento antes de poner rumbo a su destino. ¿Se ha planificado bien el viaje? ¿Se han valorado alternativas de horarios o rutas para evitar atascos? ¿Es posible compartir trayecto? ¿Se ha revisado el estado del vehículo y se han tomado medidas para reducir consumos y emisiones?

«Moverse bien es una decisión diaria, individual y colectiva. Empieza con pequeñas elecciones que, sumadas, tienen un impacto positivo enorme en la calidad de vida y en la sostenibilidad del sistema», recuerdan los autores.

Una oportunidad para transformar la movilidad

A pesar de los grandes retos, desde la Fundación Corell se lanza un mensaje esperanzador y constructivo: estamos a tiempo de evolucionar hacia un modelo de movilidad más justo, eficiente y sostenible. La clave está en repensar el propósito y poner a las personas y al entorno en el centro.

«La movilidad no puede ser solo un termómetro de consumo de combustible o de congestión. Debe ser un indicador de cohesión social, de acceso igualitario y de respeto ambiental. Podemos pasar de ser usuarios pasivos a agentes activos de cambio», concluyen Fortuny y Sánchez.

Este artículo forma parte del nuevo proyecto editorial de la Fundación Corell, en el que se compartirán periódicamente análisis y reflexiones para construir juntos una movilidad más inteligente, humana y al servicio de la sociedad.